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sábado, 31 de mayo de 2014

EL ÁMBITO DE LA ESCRITORA EN LA POESÍA, Gabriela Mistral 2

LA CRUZ DE BISTOLFI


Cruz que ninguno mira y que todos sentimos,
la invisible y la cierta como una ancha montaña:
dormimos sobre ti y sobre ti vivimos;
tus dos brazos nos mecen y tu sombra nos baña.


El amor nos fingió un lecho, pero era

sólo tu garfio vivo y tu leño desnudo.
Creímos que corríamos libres por las praderas
y nunca descendimos de tu apretado nudo.


De toda sangre humana fresco está tu madero,

y sobre ti yo aspiro las llagas de mi padre,
y en el clavo de ensueño que lo llagó, me muero.


¡Mentira que hemos visto las noches y los días!

Estuvimos prendidos, como el hijo a la madre,
a ti, del primer llanto a la última agonía!



RUTH
A González Martínez

                                 I

    Ruth moabita a espigar va a las eras,

aunque no tiene ni un campo mezquino.
Piensa que es Dios dueño de las praderas
y que ella espiga en un predio divino.
    

El sol caldeo su espalda acuchilla,

baña terrible su dorso inclinado;
arde de fiebre su leve mejilla,
y la fatiga le rinde el costado.
  

 Booz se ha sentado en la parva abundosa.

El trigal es una onda infinita,
desde la sierra hasta donde él reposa,

    


que la abundancia ha cegado el camino...

Y en la onda de oro la Ruth moabita
viene, espigando, a encontrar su destino!


II

    -Booz miró a Ruth, y a los recolectores

dijo: "Dejad que recoja confiada..."
Y sonrieron los espigadores,
viendo del viejo la absorta mirada...
   

    Eran sus barbas dos sendas de flores,

su ojo dulzura, reposo el semblante;
su voz pasaba de alcor en alcores,
pero podía dormir a un infante...
    

Ruth lo miró de la planta a la frente,

y fue sus ojos saciados bajando,
como el que bebe en inmensa corriente...
    

Al regresar a la aldea, los mozos

que ella encontró la miraron temblando.
Pero, en su sueño Booz fue su esposo...

III

    Y aquella noche el Patriarca en la era

viendo los astros que laten de anhelo,
recordó aquello que a Abraham prometiera
Jehová: más hijos que estrellas dio al cielo.
    

   Y suspiró por su lecho baldío,

rezó llorando, e hizo sitio en la almohada
para la que, como baja el rocío,
hacia él vendría en la noche callada.
   

   Ruth vio en los astros los ojos con llanto

de Booz llamándola, y estremecida,
dejó su lecho, y se fue por el campo...
   

    Dormía el justo, hecho paz y belleza.

Ruth, más callada que espiga vencida,
puso en el pecho de Booz su cabeza.



AL OÍDO DEL CRISTO
A Torres-Rioseco

I

   Cristo, el de las carnes en gajos abiertas;
Cristo, el de las venas vaciadas en ríos:
estas pobres gentes del siglo están muertas
de una laxitud, de un miedo, de un frío!



   
A la cabecera de sus lechos eres,

sí te tienen, forma demasiado cruenta,
sin esas blanduras que aman las mujeres
y con esas marcas de vida violenta.



   No te escupirían por creerte loco,

no fueran capaces de amarte tampoco
así, con sus ímpetus laxos y marchitos.



   Porque como, Lázaro ya hieden, ya hieden,
por no disgregarse mejor no se mueven.
¡Ni el amor ni el odio les arrancan gritos!

II




   Aman la elegancia de gesto y color,

y en la crispadura tuya del madero,
en tu sudar sangre, tu último temblor
y el resplandor cárdeno del Calvario entero.



   Les parece que hay exageración

y plebeyo gusto; el que Tú lloraras
y tuvieras sed y tribulación,
no cuaja en sus ojos dos lágrimas claras.



   Tienen ojo opaco de infecunda yesca,

sin virtud de llanto, que limpia y refresca;
tienen una boca de suelto botón



mojada en lascivia, ni firme ni roja;

¡y como de fines de otoño, así, floja
e impura, la poma de su corazón!

III



....¡Oh Cristo! un dolor les vuelva a hacer viva

l`alma que les diste y que se ha dormido,
que se la devuelva honda y sensitiva,
casa de amargura, pasión y alarido.



   ¡Garfios, hierros, zarpas, que sus carnes hiendan

tal como se hienden quemadas gavillas;
llamas que a su gajo caduco se prendan,
llamas de suplicio: argollas, cuchillas!



   ¡Llanto, llanto de calientes raudales

renueve los ojos de turbios cristales
y les vuelva el viejo fuego del mirar!



   ¡Retóñalos desde las entrañas, Cristo!

Si ya es imposible, si Tú bien lo has visto,
si son paja de eras... ¡desciende a aventar!


EL ÁMBITO DE LA ESCRITORA EN LA POESÍA X, Gabriela Mistral 1

Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcagaya "GABRIELA MISTRAL, escritora, pedagoga, activista y diplomática Chilena, nacida en Vicuña el 7 de Abril de 1.889. Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva y de Petronila Alcagaya Rojas. Premio NOBEL de literatura en 1945


Aunque el Padre abandonó el hogar cuando ella contaba tan solo con tres años, describen en la publicación "Gabriela Mistral y un mundo de verdad"1, --Siempre fue triste, “una niña huraña como son los grillos oscuros cuando es de día, como es el lagarto verde, bebedor de sol”, y aprendió a conocer las montañas de Elqui como las palmas de sus manos, sacando cuentas del pliegue del arbusto y del color de la piedra eterna. A falta de padre verdadero – don Jerónimo Godoy buscó caminos sin atarse al deber ni a las normas-, Gabriela se aferró a la tierra en un haz de sensaciones, viendo con un ojo total “los cerros tutelares que se me vienen encima como un padre que me reencuentra y me abraza, y bocanada de perfume de esas hierbas infinitas de los cerros”.--


Vivió de los 3 a los 9 años en Montegrande, una localidad Chilena situada en el Valle del Elqui en la región de Coquimbo. Vivió allí con su madre y con su hermana Emelina Molina Alcagaya, maestra de primaria y jefa del correo. Sus primeros estudios los realizó en la Escuela  Rural de Montegrande. La casa en la que vivían, era muy sencilla típica del sector enclavada en la falda de un cerro. Una pequeña construcción de adobe, de un piso, En una de las piezas de unos 20 metros cuadrados estaba ubicada la sala de clase donde trabajaba con  Emelina y el segundo dormitorio, de menor tamaño era la habitación de la familia. La casa posee también un patio estrecho y largo con hermosos árboles y vista al río. 



Valle de Elqui
Qué extrañas le resultaron las tierras duras y arduas. No hallaba en ellas sino la penuria, la extensión del dolor, la prolongación de la queja. “El hambre de extensión verde – confesó – es para mí entre las más nobles avideces que llevamos, y yo no sé vivir en paisaje que no me la aplaque y, además, me la revele”. Y cómo se alegraba con el fervor del suelo o del cielo luminoso, con la fe de las raíces trepadoras, o con el orden de los pájaros en desmedro de un mundo seco, en el cual impera el muñón vegetal, el tizón que aún llora o la maleza desmedida.


Flamboyán
Realidad y símbolo, el mundo circundante se le volvía vivo en la mirada, en el tacto o en el olfato, ya aún tenía dónde elegir: “Si yo quisiera símbolo para mí y que siendo floral no sea blando, del flamboyán me acordaría, que arde lo mismo que yo, como si Dios nos hubiese hecho a ambos en el mismo momentos, a mí con la derecha de hacer criatura, a él con la izquierda de hacer planta”.



Con las montañas y la luz de Elqui – y más tarde buscará el buen abrazo ceñidor para América toda - , y con la luz de un tiempo sin tiempo, viene para la niña Lucila lo que siguió siendo siempre el hallazgo fundamental de los libros. Primero, cuál mejor que el paisaje: “En las quijadas de la cordillera el único libro era el arrugado y vertical de trescientas y tantas montañas, abuelas ceñudas que daban consejas trágicas”. Allí, en los atardeceres de Montegrande, un día descubre el Libro: “Mi abuela estaba sentada en un sillón rígido, y yo me sentaba en una banqueta de mimbre. Ella me alargaba su Biblia, muy vieja y ajada, y me pedía que le leyera. Siempre me la entregaba abierta en el mismo sitio, en los Salmos de David”.



De esa sabiduría y de aquel venero poético caudal, de la mixtura de la cadencia y del símbolo, del vigor de la letra y de la extensión del espíritu, algo quedará para siempre en el mundo poético de Gabriela Mistral, dando la razón de amor a esta mujer sabia en el tiempo y en eternidades, fantasma de bulto que “hubiera querido vivir entre el pueblo hebreo y ser la Mujer Fuerte de la Biblia”. ¿Y no serán, por acaso, lugares gemelos, ámbitos comunes, sagrados espacios de infancia eterna, su Elqui y los pueblos de Jesús? Higueras numerosas, murallas centenarias, - sin otros padecimientos que el sol cotidiano -, asnos pacientes.


Como los viejos cronistas, dejó memoria de cuanto vio y, a veces, el fruto fue la extrañeza o la nostalgia. Maduró en el dolor y en la muerte. Y escribió, y escribió, siempre sobre sus rodillas, sin saber nada del pulido escritorio o de la mesa prestigiosa. De mañana o de noche, mientras “fui criatura estable de mi raza y mi país, escribí lo que veía o tenía muy inmediato, sobre la carne caliente del asunto. Desde que soy criatura vagabunda, desterrada voluntaria, parece que no escribo sino en medio de un vaho de fantasmas. La tierra de América y la gente mía, viva o muerta, se me han vuelto un cortejo melancólico, pero muy fiel, que más que envolverme me forra y me oprime y rara vez me deja ver el paisaje y la gente extranjeros”. Aun – y con todo – la poesía siguió siendo su niñez remota, un cayado de pastor elquino, “un rezago, un sedimento de la infancia sumergida”.


Nunca mostró afecto desmedido por Desolación, ese libro primerizo, lleno de ecos y de voces, que la enviara a la fama. Creía fervorosamente en Tala porque estaba allí –según expresara- “la raíz de lo indoamericano”. Es el hondón mítico de la tierra, esa Gea permanente que la sobresalta en el amor. Y con ella, fundiéndose ensimismada, vive. Alguna vez predijo: “Tal vez moriré haciéndome dormir, vuelta madre de mí misma. Bendije siempre el sueño y lo doy por las más ancha gracia divina... En el sueño he tenido mi casa más holgada, ligera, mi patria verdadera, mi planeta dulcísimo. No hay praderas tan espaciosas, tan deslizables y tan delicadas para mí como las suyas”.


Si cantó desnudamente a las cosas –agua, pan, montaña o mar- y supo abordar el mundo con la moneda verbal de un habla criolla; si bebió en la lengua de Santa Teresa y de Martí, y logró hallar patria común en los lieder  de Schumann, en la Patética de Tchaikowski, o en el quemante Peer Gynt, de Grieg; si releyó, sin prisa ni hastío, al Dante, a Tagore, a Hamsun, a Selma Lagerlöff, a Rilke, a Péguy, su tono se articula en un abrazo secular con esta tierra, tan amarga como gozosa, que la guarda para siempre.

FUENTE: 1. Página de la Universidad de Chile -  Estudios. Gabriela Mistral y un mundo de Verdad. Tala, Editorial Andrés Bello, Santiago, Primera Edición 1979



lunes, 12 de mayo de 2014

El ámbito de la escritora en la poesía IX, Dora Castellanos N°9

HAY ALGO EN TI

Hay algo en ti que nunca he conquistado;
vana sombra que no me pertenece,

algo que me conturba y me estremece:
flor de amor que jamás he deshojado.

Es algo indefinible, atormentado;
noche que no se acaba ni amanece;

cual sórdido cilicio permanece
entre la carne viva, soterrado.

Algo entre la locura y el espanto.
Grito que va a llegar y nunca llega,

cercano al resplandor, próximo al llanto.
¡Oh trágico dolor de herida ciega!
Amor por quien suspiro y me levanto,
hay algo en ti que nunca se me entrega.

sábado, 10 de mayo de 2014

El ámbito de la escritora en la poesía IX, Dora Castellanos N°8

TODO ES DIÁFANO Y BELLO

Mecen los blandos sauces la verde cabellera;

todo es diáfano y bello cuando estoy a tu lado;
una sutil fragancia de nardo macerado
difunde sus efluvios sobre la tierra entera.

¡Amado! El tiempo es calo, llega la primavera:
regresa en los capullos del jardín olvidado;
y humildes, tiernas, blancas, en el verdor del prado
abren las margaritas su múltiple gorguera.

Con tu voz de agua viva, la frescura me traes.

Mi alma es tierra seca, tierra estéril y mustia
y tú sobre mi alma como la lluvia caes.

Me llenas de dulzura con tu voz de colmena

y tus hondas palabras rielan sobre mi angustia
como luz de luceros en el agua serena. 




viernes, 9 de mayo de 2014

XXII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ


El Festival Internacional de Poesía de Bogotá convoca a grandes escritores europeos, latinoamericanos y colombianos, en una fiesta dedicada a la cultura.

El bogotano Samuel Jaramillo es el poeta homenajeado en el evento del 2014. Su tránsito por la poesía ha sido destacado con varios reconocimientos nacionales y el nivel de sus escritos ha motivado su inclusión en diversas antologías. Ha publicado 6 volúmenes de su poesía y una recopilación de su obra en este género. Se desempeña también como crítico literario enfocado en la producción poética y narrativa de escritores de su generación en Colombia y América Latina. La editorial Norma publicó su novela Diario de la Luz y las Tinieblas - Francisco José de Caldas, un relato histórico sobre la vida de este personaje de nuestra independencia.



ME ENTERO QUE LA DIFERENCIA

entre que el sol gire alrededor de la tierra
o que la tierra gire alrededor del sol
es una simple cuestión de elegancia
en el que mira, en el que calcula.
Entonces, cuando el que ora va a la montaña
con este acto hace que la montaña va a él.
Son los que no creen, con sus objeciones,
los que han perfeccionado la idea de Dios.
Así tus dudas sobre lo que siento por ti:
cuando tu cuerpo acaricia mi mano
también mi mano acaricia tu cuerpo.
Dicho esto, me aplico a organizar
esto que llamo sueños, a clasificarlos,
no sea que se confundan con mis recuerdos.
¿Mi mano? ¿Tu cuerpo?
Quien puede poner algún orden
en este enredo de locos.


SI. ES POSIBLE LA FORMA CAPRICHOSA

con que se viste el vuelo de los pájaros
no tenga nada que ver con la historia
de nosotros, terrestres.
Que las posiciones de los astros
y de los planetas sean ajenas
a nuestro destino.
Lo lamento, si es así.
Deploro si el curso de mi vida
no está signado por el movimiento
de tus párpados.
Peor para nosotros.
La vida mía: si no es de la vacilación
de tu mirada, de la duda bajo el relámpago,
¿de qué depende su trayectoria obligada?

El evento cuenta con la participación de poetas internacionales de europa y latinoamérica, además de los representantes Colombianos.

En el grupo internacional se encuentran : Jordi Virallonga - España, Margarito Cuéllar - México, Jaime Quezada - Chile, Jorge Carlos Ruíz de la Quintana - Bolivia, Milenka Torrico - Bolivia, Francis Mestries - Francia, José Ángel Leyva - México, Georgia Kaltsidou - Grecia.


Los poetas Colombianos invitados son: Samuel Jaramillo, Eduardo Gómez, Giomar Cuesta, Luz Helena Cordero, Sandra Uribe, José Luis Díaz-Granados, Lilia Gutiérrez Riveros, Clara Schoenberg, Fabián Sánchez, Pablo Estrada, Dufay Bustamante, Luis Antonio Montenegro, Rafael Ríos, Piedad Bonnet, Jotamario Arbeláez, Luz Ángela Caldas, María Carolina Dávila, Elsa Cristina Posada, Eugenia Sánchez Nieto, Liliana Moreno Muñoz, Epifanio Andrés Tocarruncho, Andrés Acosta Díaz, Mónica Ossa, Martha Cecilia Ortiz Quijano, María Fernanda Ceballos Calvache, Alejandra María Lerma García, Carolina Ruales, Rosalba Mestizo


Durante el evento se harán diferentes lanzamientos: la Revista "Ulrika 50" - Nuevas voces en torno al tema de centenarios memorables, a cargo de la Embajada de Ecuador;  Libro "Guayabo de Pavel Nowicki y Juan Carvajal Franklin, en la resaca de Jotamario Arbeláez"; Libro "Soledad Criminal de Fernando Del Castillo (1.280 Almas)", Colección Senderos de Poesía; Antología del colectivo de Cali Trébol de cuatro hojas".



El poeta Mexicano José Ángel Leyva escribe un poema a mi ciudad, Bogotá:


BOGOTÁ

El filo de la noche me rompe la suela del zapato

Llueve


Al pie de Monserrate mis plantas

Son verdes también como los negros ojos
El calcetín recorre la séptima carrera
Sin prisa
la décima la trece el maratón de niebla en la sabana

En el futuro estuve aquí

Tenaz como el pasado
Y en el ayer que es hoy
Su geometría rondaba mi ignorancia

No para de llover

Ladrillos y piedras me indican
Que voy de atrás para adelante

La candelaria envejeció desde el recuerdo


No para de llover

La juventud de Bogotá borbota en las aceras
Forman arroyos sus risas sus deseos
Saltan como hongos de humedad las voces
Caderas senos pasos devenir en baile

No tengo zapatos suficientes para expresar

la intensidad del tiempo
Habrá cielo despejado
Con sol bajo la suela


De la poetesisa Stephanie Alcantar de México:



CON EL SUFRAGIO VESPERTINO DE MIS SOLEDADES

consigo dislocarme la memoria
hundir en el concierto de gaviotas
el efímero fastidio de las células

La comarca de palabras que no habito

es un viernes sumergido en la placenta
epistolarios de las grietas amarillas
que ahorca los disturbios con grafemas

Por eso cuando intento levanarme

sobre un tiempo que no puede sostenerme
se yerguen primero las palabras
como si mi sombra se inventara otro cuerpo


El ámbito de la escritora en la poesía IX, Dora Castellanos 7

VERDAD DEL ALMA

Asciende a ti la luz del pensamiento.
Brota por ti la flor de mi alegría
y por tu amor enciende cada día
mi corazón su lámpara de viento.

Que si pierdo tu imagen, al momento
la recobra en tu alma el alma mía
y tu rostro se vuelve melodía
de claridad en el entendimiento.

Amor incorruptible que no daña,
ni con halago de placer se viste.
En su diafanidad jamás engaña.

Por tí solo por ti existe
-cristal que no se quiebra ni se empaña-
esta verdad del alma que me diste.


jueves, 8 de mayo de 2014

El ámbito de la escritora en la poesía IX, Dora Castellanos N° 6

ETERNA HUELLA

Quedarás como huella sobre mi brazo,
como marca sobre mi corazón.
Cantar de los cantares.

No pasarás en vano por mi vida,
ni encontrarnos fue obra del acaso;
que por tu abrazo quedará en mi brazo
la fuerte huella que el amor no olvida.

La llama que de ti quedó encendida
arde sin consumirse en mi regazo.
Amor que más juntaste con el lazo
terrible de la sangre y de la herida.

En mí no fuiste gozo pasajero
sino la esencia de la tierra pura
floreciendo en el árbol verdadero.

Y para siempre brillará tu estrella

porque de amor dejaste en hermosura
sobre mi corazón eterna huella.

El ámbito de la escritora en la poesía IX, Dora Castellanos N° 5

SIEMPRE AMOR

No sólo por gozarte te he buscado:
también te quiero para padecerte,
porque el solo placer de poseerte
no da la plenitud de haber amado.

El vivo resplandor de lo gozado
menos amor es siempre que aquel fuerte
dolor de corazón que nos advierte
la dicha cruel de estar enamorado.

Te sufro con dolor, con alegría,
con deleite, con odio, con dulzura,
y la felicidad es agonía.

Si algún día nací, fue para verte:
por saber tu pasión y tu hermosura,
para gozarte, Amor, y padecerte.


El ámbito de la escritora en la poesía IX, Dora Castellanos 4



DESLUMBRAMIENTO

Era lirio en el aire y fragancia en el viento;
ondas sobre las aguas y temblor en el río;
cuando vi su hermosura, con todo el pensamiento,

grabé su amado nombre para llamarlo mío.

Nunca supe la hora ni el exacto momento
en que amé su mirada. Sólo sé que tardío
su amor llegó a mi vida con el deslumbramiento

de una fruta en invierno, de una flor en estío.

Por menos presentido, todo fue tan hermoso
como ver cuando caen nieves en primavera,
lluvias en el verano, lágrimas en el gozo.

Después de haberlo amado que mi alma responda
si sabe por qué existen sobre la tierra entera
el perfume en el aire y el temblor en la onda.




El ámbito de la escritora en la poesía IX, Dora Castellanos 3

ANCLADO EN MIS SENTIDOS














Anclado en la mitad de mis sentidos,
corazón, eres barco solitario;
cuéntame el inefable itinerario
      
de los amores y los tiempos idos.
Velámen roto y mástiles vencidos;
flotando en el refugio del estuario,
tú quisieras un ímpetu corsario
para encontrar océanos perdidos.
Surto en mitad del alma, has escuchado
el oleaje fiel de los latidos
y no sabes aún si te han amado,

tú que conoces todos los olvidos.
¡Corazón, triste barco abandonado
y anclado en la mitad de mis sentidos!

El ámbito de la escritora en la poesía IX. Dora Castellanos 2


ELEGÍA DEL AMOR GOZOSO

Amor, gozo por ti, por ti padezco;
por ti la sombra que ilumina el mundo
y esta sed de fulgor en que anochezco;

por ti mis bellas horas tenebrosas
en que deshoja sin pudor el alma
su túnica de espinas y de rosas;

tus manos con el tacto de la vida,
mi espíritu cubierto de zozobras,
tu cuerpo con la veste desceñida;

mi panal de amarguras y de mieles,
el campo de la frente coronado
con una rama negra de laureles.


Por ti mis cuatro cirios encendidos,
la muerte viva en ataúd gozoso,
los edenes hallados y perdidos;

el jardín interior de mis aromas,
mis ciervos vulnerados, tus jaurías,
tu gavilán voraz de mis palomas;

tus fieras azuzadas, tus mastines,
mi queja entre la noche como un grito,
tu voz de funeral y de festines;

mi pradera agostada de rosales,
tus viñas en agraz para el olvido,
la cosecha en sazón de mis eriales;


tu faro entre las sombras, desafiante,
tu mar embravecido contra el mundo,
tu playa inaccesible y delirante.

Amor y siempre amor. amor altivo,
humillado, exaltado, desolado;
amor por lo que muero y lo que vivo.

Por ti todos los males y mis bienes:
tu lirio inmemorial y la manzana
y este cielo infernal entre mis sienes.

Por ti lo que desdeño y lo que ruego,
el fuego de la vida turbadora,
la muerte entre mi túnica de fuego.

Por ti, maldito amor, amor bendito,
la claridad de mi desesperanza,
mi esperanza clamando al infinito.
Por ti, siempre por ti. Por lo que espero;
lo que no espero ya, por esperado.
Por ti, sólo por ti, mientras me muero.