El semblante era el reflejo demudado
del dolor camuflado y pretensioso
la piel repele el disfraz adosado
controvirtiendo al corazón ansioso.
La mano se extiende y le lanza
el cuerpo gira sobre si mismo
el rostro siente el aire que le roza
se va y piensa, no hay regreso.
Los brazos extendidos como veletas
atacan al aire que los circunda
los sentimientos dinámicos la sustentan
con ilusión, se desplaza y sueña.
Sus ojos cerrados, evasivos se sustraen
la catarsis expansiva germina
la libertad ahora fragante respira
liviana y suave, es de nuevo ella.
La fuerza giroscópica la regresa
la precesión actúa y se desplaza
sigue girando sobre si misma
retornando a la mano que la arroja.
Le hayó intacto sin variación
era la misma luz, el mismo sol
el tiempo enmudece, e inalterada
Le manda besos conocidos.
MARÍA CECILIA MURCIA SEGURA
12 de Noviembre 2010
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