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miércoles, 30 de marzo de 2016

LO DESCONOCIDO - Rafael Pombo

(En el álbum de una bella desconocida)

¿Qué instinto misterioso al hombre inclina
Al despego y frialdad por todo aquello
Que ya conoce, y a vestir de encanto
Y aun perseguir con afanosa industria
Todo lo que le es desconocido?

La cumbre azul de inaccesible monte,
La temblorosa estrella, el pajarillo
Que canta y no se ve, la forma vaga
Que definir las sombras no permiten;
El raudal que velado entre hondo bosque
Estrepitoso se derrumba; el río
Que por arcos de selva entrando vemos
A otro mayor do navegando vamos;
Una frase fugaz de amiga boca
Que a medias, percibimos; un sarao
Desde afuera escuchado; un pie que asoma
La media estrofa de un papel rasgado;
La inscripción rota, la actitud y asunto  
Del torso antiguo, el fondo del estanque, 
Los remotos orígenes del Nilo;  
La ignota mano que escribió un billete 
La nave que en la bruma se consume;  
El crepúsculo incierto, grato al alma 
Muy más que el esplendor del medio día;  
Los cuasi temas, los acordes sueltos 
Que de lejana másica nos traen  
Las ráfagas del viento caprichosas; 
El recién muerto, cuyo gesto inmóvil 
Calla pertinazmente el gran secreto  
Que fascinada el alma le pregunta; 
El héroe muerto en flor, que siempre excede 
A cuantos su epopeya remataron... 
Hay en todo eso el íntimo atractivo 
De lo desconocido o lo incompleto  
Que a investigar o a completar provoca.
  
Oigo en todo eso un ¡búscame! irritante;  
Imán de lo infinito a lo finito; 
O una belleza de ilusión que acaso  
La belleza real no alcanza nunca .
Parece que abrigara el alma humana 
Tipos de toda perfección , los cuales  
En infalible idealidad modelan 
Los breves elementos que reciben; 
Mientras que, si tentamos coronarlo  
Con nuestros medios materiales, todo 
De los sentidos la torpeza acusa. 

Pero ese afán perseguidor envuelve 
La mejor lucha de la vida, y llenos  
Siglos y tierra están de sus conquistas. 
De allí la ciencia, progresiva marcha 
De lo noto a lo ignoto, a la cual deben 
El cielo estrellas, y la tierra un mundo;  
De allí el perdido Edén y de allí el Arte, 
Cazador de hermosura, que delira 
En volver a encontrar el Paraíso  
De allí la Historia, la locuaz curiosa; 
De allí el Amor, pues siempre en lo que amamos,  
Algo, a nuestro pesar, desconocemos; 
Y de allí, el desamor para el ingenio  
Que, como un libro de escolar, permite 
Que el corazón le aprenda de memoria;  
Allí la Fe, visión de lo invisible; 
Allí, en fin, el instinto, la conciencia 
De un destino inmortal; de algo que abraza 
Juntos misterio y solución de todo; 
Unidad, perfección de perfecciones;  
Causa primera y fin de cuanto existe; 
Consciente posesión de lo absoluto  
Ardiente vida en Éxtasis inefable.
  
Bogotá, febrero 15 de 1881

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