María está sentada
sobre el tapete frente a la chimenea; observa detenidamente las lenguas de
fuego que se entrelazan, los colores, el movimiento, el sonido de la leña al
quemarse, todo confluye como una magia que acaricia los pensamientos.
Nico,
recoge unos troncos que lleva al fuego y los abanica para que se mantengan
ardiendo, mientras cuenta uno de sus habituales chistes picanticos. María ríe y
piensa, qué estará haciendo él en ese momento.
Mira su reloj, son las diez de
la noche del viernes. Jorge se cree Watusi el rey de la salsa, se ríe mientras
la toma de su mano y le da sus famosos giros que más parecen una licuadora y
sin dejarla tomar aire empieza a mover sus caderas vanidosamente …
----son, son, rojitas son como el corazón rojitas son mis patillas y detrás viene un bocón que le grita amarillas,
canta y mientras baila intenta jugar con sus piernas y sus pies, se ríe, ya no coordina ni tiene la pericia para hacerlo pero recuerda que era muy divertido.
Se entusiasma con el baile y
quiere saber si por fin logra bailar samba, así que elije algo como de Carnaval
y baila hasta quedar extenuada, claro, es algo que nunca haría ante nadie de
solo pensar como se vería de grotesca al moverse.
Interrumpe abruptamente y
selecciona algo más acaramelado. Eliane Elias es una excelente opción, da play
y se sienta de nuevo. Ese piano y esa voz son en extremo fascinantes para ella,
canta
Parece que dizes te amo, Maria/ Na fotografía/ Estamos felices/ Te ligo afobada/ E deixo confissões/ No gravador/ Vai ser engraçado/ Se tens um novo amor/Me vejo a teu lado Te amo?/Não lembro…
Sus ojos se llenan de lágrimas, quién
le podría decir te amo María???... quién desearía sus besos?, quién le llamaría
a las seis y la recogería en su trabajo?, quién sentiría que sus sueños de amor
estaban colmados en ella?...
Piensa en esa horrorosa ventana del pc
¡¡¡su salvación!!!, así que se apresura y abre su Tagged, pues ha puesto una
foto fascinante y quiere comprobar qué sucede.
Tiene 5 solicitudes de amistad,
revisa las fotos de las 18 personas que la quieren conocer y luego abre su
inbox.
Que pereza, Roberto le escribe –sei la mia donna-- y agrega sus fantasías
sexuales que tanto odia, lo borra y continúa, Gilberto M de nuevo con su
disertación que cree sabia sobre –as mulheres--, la minha bonequinha de
Armando, Orlando con su --amiguis-- que
detesta pues parece un tanto maricón al escribirlo, Stefan Repede que le dice –I love
you María—y lo mismo hace con todas las Marías de la red. Piensa que no hay nada que le motive hace click sobre cerrar pero alcanza a ver que tiene un mensaje.
Abre nuevamente y se emociona
al ver que César le escribió. Es muy atractivo, sus ojos son muy expresivos,
además es muy gentil al escribirle en español. Sus palabras son fascinantes y
los dos juegan como pintando parajes y situaciones divertidas que solo suceden
en la imaginación. Pero esta vez le pregunta qué le sucede porque la ha notado
diferente. María decide contarle, pues como César está tan lejos, no tiene nada
que perder. Él le pregunta en qué parte de la ciudad vive y luego le dice que
la invita a tomar un vino. María piensa que esto es una confusión, ¿acaso no
estaba en Napoli?
Era como si estuviera parada en medio de un trancón y todos
los carros pitaran al tiempo. Quería verlo y no verlo, que contradicción.
Inventa toda clase de disculpas. Piensa que no tiene ropa muy femenina para ese
encuentro, que no puede cubrir las manchas de su cara y que tendría que pasar
mucho tiempo hasta que perdiera 40 kg de sobrepeso y que finalmente no es tan
interesante y que aunque las cartas fueron geniales, realmente era incapaz de
impactarlo con su conversación.
Está por
responderle sintiendo que algo se rompió, quizás fue la cercanía a su corazón
abierto o tan solo porque dejó de ser el juego del imaginario y tendría que ser
real?
En medio de una gran contradicción se niega al encuentro, se desconecta y
se va a dormir con ese sabor a soledad. Cierra sus ojos pero se siente
perseguida. Había permanecido en la zona de seguridad.
No sabía quién era y no lo entendía. Los afanes de su vida
empezaron a los 17, pero mientras todo corría ella se quedó intacta sin
resolver sus propios sueños y tampoco sintió que hubiera desarrollado su
personalidad. Fue como una revelación.
En realidad, no quería conocer a nadie.
Retumban las palabras de su hijo –Mami,
no es que ningún hombre se interese en ti, es que tú, los sacas a todos
corriendo--.
Toda esa mentira de quién le podría amar se cayó. Ahora estaba
fuera de si, mirándose a sus ojos y preguntando por su verdad. Soledad?
Siempre
quería patear al culpable de su soledad, pero esta vez María comprendió que era
su peor enemiga y que si a alguien debía patear era a ella misma que se negaba
a vivir.
César le había dejado su número de
celular, así que le llamó al día siguiente y acordaron reunirse en la noche. Él
era mucho mejor de lo que imaginaba y su entusiasmo lo hizo pavonearse desplegando
la totalidad de sus plumas. La conversación fue deliciosa, el vino blanco
exquisito, tocó espontanea pero de manera deliciosa el piano y luego el cello,
bailaron, escucharon un CD con sus poesías declamadas con una música exquisita,
le autografío su libro y para redondear la velada sacó sus LP de jazz clásico.
María sentía cuánto fascinaba a César con su presencia y línea a línea,
entendió, que su miedo real era a sí misma y prefería esconderse en una soledad
protegida.
Siempre quería patear al culpable de
su soledad, pero esta vez María comprendió que era su peor enemiga y que si a
alguien debía patear era a ella misma que se negaba a vivir.
Estaba todo
ahí, listo para tocar una sinfonía… no era el miedo a la soledad, era el miedo
a si misma, a saber de qué está hecha, a enfrentarse a su verdad.
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