Buscar este blog

domingo, 13 de diciembre de 2020

MIS DÍAS SABÁTICOS

Entra un leve rayo de luz que me hace saber que ya es de día. Estiro mis brazos para apresurar mis primeros movimientos de la mañana y animarme para levantarme e iniciar un nuevo día.

Me siento al borde del sofá cama y el aire acondicionado golpea suavemente mi rostro, muevo mis pies buscando las pequeñas pantuflas y voy al baño que aún está oscuro. Abro las puertas de madera de las ventanas y entra la luz a través del vidrio esmerilado. Las toallas extendidas y húmedas me confirman que mi hijo y mi nuera ya salieron a su trabajo muy temprano.

Yo, extrañamente he pasado 106 días sabáticos, de esos que hacen pensar que la vida sería mejor si fuera un trasegar de libertad, armonía y sin apuros.

Voy a la cocina a preparar mi desayuno. Pongo el huevo en la pequeña sartén para que quede frito con unas gotas de aceite. Busco el vaso y sirvo leche, agrego azúcar y café y luego lo llevo al micro hondas con minuto y medio, durante el cual lavo los platos para no tener pendientes. El huevo está listo y lo sirvo, tomo el pan y los llevo a la mesa y después la taza de café con leche con sabor a hogar.

Veo hacia la ventana, donde aprecio unas plantas bellas que caen desde la baranda de un pequeño balcón en el edificio al frente y en la otra ventana todo quieto. Se escuchan voces en la calle de las personas que pasan caminando, los tenderos del frente situando sus máquinas de dulces y los aparatos mecánicos que sitúan en el callejón para atraer clientes.

El sol aún no se ve, pero se que la temperatura es alta por la sensación térmica que me invade y por los pronósticos del tiempo. El aparato extractor de humedad es muy efectivo y logra refrescar el ambiente.

No se si salir y caminar por Barcelona, una ciudad con tantos lenguajes, del arte, de la cultura, de la historia, pluriétnica, con un ritmo rápido, con residentes y turistas que llenan las calles apropiándose con indolencia de los espacios que no les pertenecen, toman fotos, hacen corrillos, andan en sus afanes difíciles de descifrar.

Estoy lista para salir y verifico que llevo todo lo necesario. Bajo las oscuras escaleras y salgo por esa pesada puerta de ornamentación.

Es el Carrer de la Lluna en el Raval en el distrito Ciutat Vella, reconocido porque sus habitantes inspiraron a Picasso durante su etapa azul. Tiene la presencia de la historia sobre sus edificaciones antiguas, con muros de piedra  que se ven muy deteriorados, balcones con ornamentaciones bellas, de no más de siete pisos y la gente tiende su ropa lavada colgada en el exterior de las ventanas, vías empedradas, hay muchas entradas con puertas metálicas pintadas con grafitis, donde podrían ser locales comerciales, la mayoría de ellos que nunca abren. Ocasionalmente se ven grupos de personas que entran y se resguardan tras la privacidad extrema que consiguen en esos espacios y parecen residir allí. 

El entorno tiene un olor a especias de la cocina india, especialmente curry y otros difíciles de determinar y que no resultan agradables por ser tan intensos.  

Giro en la primera esquina y me encuentro con locales de tatuadores, barberías, librerías y cafés. Con certeza voy hacia el MACBA Museu D'Art Contemporanei de Barcelona  que colinda con una universidad y en la plaza frente a esta, los skaters y mucha gente generalmente joven se reúne alrededor de esa actividad. Hay mucho movimiento y aunque se ven muy vagos, charlando y fumando, es un lugar con mucha vida. 

Termino de pasar la plaza y empiezo a caminar por una zona más comercial y me entretengo en vitrinas de ropa, de accesorios, de souvenirs, restaurantes y cafeterías.

Llego a las Ramblas con la calle del Carmen y mi corazón palpita con ansiedad. El corredor de frondosos árboles muy verdes ya la hace bella. Esta esquina me inspira mucho y se convirtió en el referente en mis caminatas. En la esquina está la imponente "Esglesia de la Mare de Déu de Betlem" con su estilo barroco, imponente, algo oscura su fachada. Cuando la observo quisiera que desapareciera todo alrededor para poder ver los detalles a distancia. Las columnas son preciosas, parece que fluyen de la tierra entorchándose y dando giros con ritmo, y son conocidas como "columnas salomónicas" con unas basas muy grandes que las soportan, coronadas por unos capiteles compuestos y en medio de estos San Ignacio de Loyola y San Francisco de Borja. Sobre la puerta de madera está la natividad, muy bonita, pero que no se puede apreciar así te pares en la acera al frente. Los muros laterales tienen un almohadillado romboidal que parece una galleta.

(Los detalles los puedes ver en google maps, e igual visitar la iglesia por dentro)


Paso el peatonal y giro hacia la derecha y se ve toda la vía, todo lo que voy a recorrer, pues pretendo llegar hasta el mar. El espacio se ve muy cómodo para caminar y el anden está hecho con figuras onduladas que le dan un acento estético agradable. En medio de la expectativa empiezo mi recorrido. A los lados las edificaciones son de piedra, con balcones de ornamentación pintoresca y los detalles que realzan artísticamente sus fachadas. 

En el camino me encontré la Boquería un lugar que dejo entre los pendientes a visitar, pues tiene una muestra de alimentos, de gastronomía y textos relacionados que hay que conocer.

Hay carpas con souvenirs, restaurantes, pintores de caricaturas, estatuas vivas, y un inmenso grupo de turistas que se mueven en todo sentido, hasta que finaliza el recorrido cuando arribo al "Portal de la Paz". Mientras espero el cambio en el semáforo, que me ha de permitir continuar mi camino, observo el "Monumento a Colón", que se impone con majestuosidad, por sus 57 metros de altura, rodeado de leones y bajo relieves que cuentan algunas historias de su vida y él con una carta cartográfica en una mano y en la otra señalando, a dónde? a casa?, hacia América que sabemos tan solo por lo que finalmente logró, pero no es literal, puesto que señala en sentido opuesto, o señala hacia Génova, su ciudad natal.

 

Sigo hacia el muelle  "Moll de Bosch  i Alsina", también conocido como el Muelle de la Madera. En la otra orilla está el Real Club Marítimo de Barcelona y se puede llegar a través de la Rambla de Mar que está construida de manera muy agradable. 

Hay gaviotas muy bellas caminando muy cerca de un noray de amarre y es como si me invitaran a sentarme y amarrarme para relajarme. Se ven hermosas las embarcaciones en el puerto y hacen que divague, que me entretenga observando las ondulaciones en el agua y quiera tener un lienzo, pincel y pinturas, para poder plasmar lo que tengo ante mis ojos.

  

  


Me impactan los vendedores ambulantes que han extendido sus productos de imitación de marcas de renombre, pero que se muestran alertas por encontrarse actuando en la ilegalidad. 

Regreso por las Ramblas deseando no perderme, aunque tenía buenos puntos de referencia. Al regreso había muchas tiendas a las que quería entrar, pero como no estaba segura si me encontraba bien orientada, decido seguir. Me aventuré un poco cuando me hallaba cerca y entré a un almacén de diseño y compré unos individuales con un diseño gráfico interesante, para Stefano y Lau y visité otro lugar al que quiero regresar, con muchos objetos de diseño. 

Y así fue este día que  fue muy agradable para mi

No hay comentarios.: