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domingo, 6 de julio de 2014

LA ESPERA INÚTIL - Gabriel Mistral

Yo me olvidé que se hizo

ceniza tu pie ligero,
y, como en los buenos tiempos,
salí a encontrarte al sendero.


Pasé valle, llano y río

y el cantar se me hizo triste.
La tarde volcó su vaso
de luz ¡y tú no viniste!


El sol fue desmenuzando

su ardida y muerta amapola;
flecos de niebla temblaron
sobre el campo. ¡Estaba sola!


Al viento otoñal, de un árbol

crujió el blanqueado brazo.
Tuve miedo y te llamé:
"¡Amado, apresura el paso!


Tengo miedo y tengo amor,

¡amado, el paso apresura!"
Iba espesando la noche
y creciendo mi locura.


Me olvidé de que te hicieron

sordo para mi clamor;
me olvidé de tu silencio
y de tu cárdeno albor;


de tu inerte mano torpe

ya para buscar mi mano;
¡de tus ojos dilatados
del inquirir soberano!


La noche ensanchó su charco

de betún; el agorero
búho con la horrible seda
de su ala rasgó el sendero.


No te volveré a llamar,

que ya no haces tu jornada;
mi desnuda planta sigue,
la tuya está sosegada.


Vano es que acuda a la cita

por los caminos desiertos.
¡No ha de cuajar tu fantasma
entre mis brazos abiertos!






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