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martes, 8 de diciembre de 2015

Las coronas secretas de los cielos - Elizabeth Schön

Hay un Dios 
demasiado
inmenso para el pequeño
pie del hombre 
El alma no se 
altera olfativa 
acequia va 
pasando de la 
claridad 
a la piel de la piel a 
esa sangre tuya tan 
distinta a
la del infalible 
que grita y gritando 
socava el abrazo 
de la redonda 
mano fresca.


Trono el tuyo que 

únicamente tú 
conoces 
aguardando la circulación 
variada andante de los tiempos
y su continuo nado inalcanzable.

Fragmentos

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